‘Toy Store’ por Isabel Salas

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I wanna live a life like that I wanna be just like a king Take my picture by the pool ‘cause I’m the next big thing Pausó la canción. – Hola, buenos días – respondió apenada, un poco por no escuchar el saludo y otro poco por estar ahí. Por ser ella y estar ahí. […]
Comunicadora social de la Universidad del Valle, especialista en comunicación estratégica de la Universidad Sergio Arboleda y magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes.

I wanna live a life like that
I wanna be just like a king
Take my picture by the pool
‘cause I’m the next big thing

Pausó la canción.

– Hola, buenos días – respondió apenada, un poco por no escuchar el saludo y otro poco por estar ahí. Por ser ella y estar ahí.
– ¿Qué estás buscando? – Le preguntó la vendedora, una mujer pequeña, cercana a los cincuenta años.
– No, solo estoy mirando, gracias – la voz le salió débil y pensó en irse, pero ya lo había aplazado mucho como para huir.
– Tranquila – le dijo la mujer acomodándose las gafas de marco grueso – Lo que ves en esta vitrina es nuevo, te recomiendo los jueguitos de lencería que me llegaron, lindos y de calidad – Remató

Con una sonrisa tímida le dio la espalda a la mujer y a su vitrina de novedades. Se acercó a la pared, de ella pendía una especie de traje de baño en cuero, con un orificio en la zona de la vagina. Había otros, también, con perforaciones en donde deberían ir los senos. Pensó en los suyos y se imaginó metida en algo así. Sonrió burlona.

Siguió el recorrido como si estuviera en un museo, al fondo escuchó que una pareja había entrado al lugar, no quiso voltear a mirar, no soportaba la posibilidad de que fuera algún conocido. “Pueblo chico, infierno grande” – se dijo.

Fijó su mirada en una vitrina que a la altura de sus ojos exhibía figuras de falos de todos los tamaños. Quiso acercarse para detallar sus formas, incluso tocarlos. Le pareció que todo lucía tan poco natural ¿será que no conozco los suficientes?, pensó.

– Tengo unos juguetes para usar sola que son muy prácticos – La abordó por la espalda la mujer. – Mira- dijo señalando una vitrina vertical.

Le pareció que eran más unas pequeñas linternas de mano, que un vibrador, por lo menos como los imaginaba. Pero la vendedora destapó uno y le mostró sus tres revoluciones, exaltó la suavidad del material, el diseño para estimular lo necesario y, sobre todo, lo práctico que era por su tamaño – “puedes llevarlo en el bolso a donde quieras” – le dijo.

Lo tomó entre sus manos, probó los niveles de vibración y le pareció, de pronto, que era justo lo que necesitaba.

– ¿Quieres bolsa? – preguntó la vendedora.
– Mmm no, no señora, lo guardo así – respondió dudosa.

La pregunta la descubrió intentando descifrar qué era lo que contenían unos pequeños frascos organizados por tamaño en la vitrina de la entrada.

– Son esencias para atraer pareja, hormonas que te aplicas como si fuera un poquito de loción. Está comprobado que funcionan – dijo la mujer, como leyéndole la mente.
– Ah gracias – le dijo apenada por la respuesta no pedida que había recibido.

Salió del pequeño lugar con prisa, miró el reloj y se supo a tiempo, aún así, caminó de afán.

– ¡Hooolaaaa proooofeeeeee! – un grupo de niñas gritaron al unísono una vez cruzó la puerta de la escuela.
– ¡Señoritas! – respondió ella, mientras pensaba cuál sería el momento más oportuno para usar el juguete. “Me voy a bañar una vez llegue, o no, mejor me baño después y lo pruebo primero” –
– Profe Sandra, buenas tardes – la saludó el nuevo profesor de sociales a la entrada de la sala de profesores.
– Hola proffff – no alcanzó a decir más. “¿Cómo es que se llama?” – se preguntó.

Se sentó en la silla de siempre, cerca a la ventana. Desde allí se veían los árboles, altos y de hojas verdes y grandes. Miró el reloj, faltaba una hora y media para iniciar sus clases. Esas clases infernales de la tarde, en las que nadie prestaba atención y el calor solo invitaba a dormir.

Prendió el computador y empezó a repasar lo que tenía preparado. A los 10 minutos tomó su celular, entró a Facebook, Instagram, luego los estados de WhatsApp y, por último, Tinder. Una cara linda, corazón, otra cara linda, corazón. Demasiado flaco, X. Demasiado feo, X. Este se ve peligroso, X. Feo, feo, feo, feo. Mmm medio lindo. Cerró la aplicación.

Entró a la página web del periódico de su ciudad, revisó titulares hasta que se aburrió. La sala de profesores estaba vacía, como todos los lunes a la 1:00 de la tarde. Miró a su alrededor y otra vez al reloj. Una hora más.

Tomó su bolso y se metió al baño. Sacó su nuevo juguete y lo miró, de un lado y del otro. Se puso los audífonos y hundió play.

Beverly Hills
That’s where I want to be (gimme, gimme)
Livin’ in Beverly Hills
Beverly Hills
Rolling like a celebrity (gimme, gimme)
Livin’ in Beverly Hills

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