El centenario de La Vorágine

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Se cumplen cien años de “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar, y me lo ganó la violencia”; cien años del viaje Arturo Cova y ese amor frenético de él y de Alicia; Cien años de la selva que los mira, incesante, “con sus ojos de sombra y boca […]
Escritor y periodista. Licenciado en Literatura de la Universidad del Valle, magister en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Bogotá.

Se cumplen cien años de “Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar, y me lo ganó la violencia”; cien años del viaje Arturo Cova y ese amor frenético de él y de Alicia; Cien años de la selva que los mira, incesante, “con sus ojos de sombra y boca de silencio”; cien años de una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana.

La Vorágine apareció por primera vez en 1924, publicado por Editorial Cromos. La novela de José Eustasio Rivera que puso sobre la mesa temas como la violencia, el medioambiente, la explotación minera y laboral en el país, una reflexión, hermosa, sobre el amor y la soledad, una historia que nos habla de la condición humana, como lo hace la literatura que trasciende.  Rivera escribió la obra en un cuaderno de contabilidad, de tapas rojas entre e1922 y el 21 de abril de 1924, Sergio Calderón, sobrino nieto del autor, lo encontró en un viejo baúl, años después. Ese manuscrito se conserva en los fondos patrimoniales de la Biblioteca Nacional y puede ser consultado de forma virtual por cualquier ciudadano.

Recuerdo que la primera vez que la leí, lo hice por obligación, estaba en el colegio, no sé si en séptimo o en octavo grado y debo decir que no hubo un deslumbramiento, quizás la profesora de español no lograba entender lo que sucedía en esa historia y no la pudo hacer atractiva para unos estudiantes que, en su mayoría, no les importaba leer. Pero luego volví, mucho tiempo después a revisitar esa selva, cuando creía entender más sobre universos literarios, y confieso haber sentido una punzada en el alma, sentí que una puerta que se abría a ese mundo melancólico, asustadizo y valiente que nos propone la historia de Arturo Cova en el Amazonas. Y luego, he vuelto un par de veces, solo por el placer de encontrarme con esa prosa poética, para volver a uno de los mejores inicios que nos ha dejado la literatura a ese “antes que me hubiera apasionado…” para inspirarme y escribir con algo de esa fuerza que José Eustasio Rivera le imprimió a su novela.

Y es que los temas de La Vorágine siguen tan vigentes un siglo después: la violencia, la explotación laboral, la destrucción del medioambiente y es como si el tiempo no hubiese transcurrido. Releerla, en este, el año de su centenario, será también entenderla desde otros puntos de vista, como, por ejemplo, desde la cosmovisión indígena, una lectura que poco se ha hecho.

Esta declaratoria que se hace desde el gobierno nacional a través del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional es una excusa para que volvamos a acompañar los pasos de Cova por la selva y por el amor, que los nuevos lectores en las escuelas y colegios puedan entenderla y viajar al corazón del Amazonas, pero también es una forma de redescubrir uno de los tesoros más valiosos que tenemos en la literatura de nuestro país y el más bello homenaje que podemos hacerle, es leerla.

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