No sé qué va a pasar cuando te vuelva a ver, pero me muero por detallarte con detenimiento. Me muero por pasearme entre tus calles y tus huecos.
Te confieso, te pensé. Entre los puentes de NYC te extrañé y frente a la Casa Blanca te añoré.
Bailando un rap en Washington D.C. me acordé de tus azules y tus montañas. Comiendo en una plaza de Philly comparé sus sabores contigo.
No te miento, incluso hablando português llevo tu acento conmigo. Y en Lisboa conté con orgullo que vivía contigo.
No sé cuánto tardé en volver a ti, no sé cuánto tiempo dure con este deseo aventurero que me alejó de ti. Pero incluso hoy entre las calles de Madrid camino al Museo del Prado en mi mente se repite tu nombre, “Bogotá, Bogotá, Bogotá”
‘Danzando en la autenticidad: el butoh y la danza expresionista como diálogo para un cuerpo en la modernidad’ por Diego Alejandro González
En medio de las crisis que desafían la esencia misma del ser humano, la danza emerge como un vehículo de autenticidad, llevándonos a...