Ventarrón: ‘Bendita sea la música donde todo cabe’ por Isabel Salas

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Me pidieron una tarea dificilísima: seleccionar 7 canciones significativas, representativas o que de una u otra manera hicieran parte fundamental de la banda sonora de mi vida. Estuve varios días pensando, revisando de arriba a abajo mis playlist (y mis recuerdos) y rápidamente concluí lo que ya sabía: resumir mi vida musical en 7 canciones […]
Comunicadora social de la Universidad del Valle, especialista en comunicación estratégica de la Universidad Sergio Arboleda y magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes.

Me pidieron una tarea dificilísima: seleccionar 7 canciones significativas, representativas o que de una u otra manera hicieran parte fundamental de la banda sonora de mi vida. Estuve varios días pensando, revisando de arriba a abajo mis playlist (y mis recuerdos) y rápidamente concluí lo que ya sabía: resumir mi vida musical en 7 canciones era imposible.

La música, como los libros, han sido indispensables para mí, hay canciones y artistas, como hay libros y escritores, que asocio a momentos particulares de mi vida, a situaciones pasadas o personas. Música a la que vuelvo con otros oídos y me sorprende de nuevo, me enamora. Música que escucho y me deja un nudo en la garganta. Música que me hace pensar en los que ya no están o en la que ya no soy. Música, también, que me hace sonreír, que me activa. Que me pone a cantar, a bailar y que hace que el cuerpo se sienta más vivo, vibrante. 

Mi vida musical ha sido promiscua y poliamorosa. Hoy, puedo pasar del pop a la salsa, del reggaeton a los clásicos del rock, en una misma playlist, en un mismo día. Y eso, es quizá, lo más bello de la música, todo lo que recoge, todo lo que convive en sus acordes, en sus letras y hasta en su auto-tune.

En mi vida, la música es máquina del tiempo, paracaídas y flotador, es cinturón de seguridad y oxígeno, es freno de mano y primeros auxilios. La música tiene el poder de llevarme a la luz, de hacerme sonreír y bailar cuando la oscuridad se me pinta en la cara, tiene la capacidad de levantarme cuando la vida me pesa y ya no doy más, logra reiniciarme cuando me desconecto y volver a creer cuando las razones se me agotan. 

Le he dado tanto valor a la música en mi vida, que cuando estoy muy triste no puedo escucharla, se me bloquea el deseo musical, como a quien se le bloquea el espíritu creativo y solo escucho silencio. Después de que murió mi mamá, no pude escuchar música por quince días. Yo, que escuchaba desde al amanecer al anochecer, no podía, no me nacía, no lo lograba. Volví con The Dark Side of the Moon y El amor después del amor.  Lloré mares. 

Bendita sea la música donde todo cabe.

Colofón: Para la tarea que me pidieron finalmente elegí 8 canciones, no podría catalogarlas como las indispensables, o las que representan fielmente la banda sonora de mi vida, pero quizá sí sirven como muestra de quien soy: del tango al reggaeton, del rock anglo y en español, al pacífico y la salsa. Sobre ellas hablaré con una querida amiga el 21 de febrero a las 8:00 p.m. en mi cuenta de Instagram @isacrisa16

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