A ti Buenos Aires te debo esta locura mía por devorarme el mundo. Si no fueras tan sexy, tan intrigante, tan rebelde y tan magnética, seguro yo no hubiera caído en este vicio de vivir entre aviones, aeropuertos, trenes y buses.
Cuando te pienso siento esa sensación que también me lleva al primer amor. Me remonto a esa sensación de euforia, a esa algarabía de las noches por la Recoleta.
Cuando escucho una batucada, cierro los ojos y estoy en “La Bombonera”, me huele a choripan y chinchulines. Vuelvo a esa sonrisa joven que me acompañó por “Caminito”.
Y tus dulces de leche que nunca probé, aún me hacen sentir que tú y yo tenemos algo pendiente. Tengo que volver para ver en lo que te has convertido, y presentarte quien soy ahora.
Buenos Aires, a ti te debo la aventura y la dicha, el amor por los museos, las calles y mi hambre por llevarme conmigo un pedazo de cada lugar.