Desvaríos de Juan Sepúlveda, una serie de textos y fotografías que nos llevarán a trasegar por la mente y la memoria de su autor.
Hoy me darás otra oportunidad de hablarte, me sentaré una vez más frente a ti igual que siempre, pensaré mil veces lo que te voy a decir antes de hacerlo y después me retractaré de no haber usado las palabras correctas, acariciaré tu piel y te miraré por largo rato hasta que el sueño me venza.
Hoy te daré una oportunidad de escucharme, estarás frente a mi e igual que siempre esperarás callada mis palabras y permanecerás callada una vez las diga, no te inmutaras ante mi tacto, ni me devolverás las miradas que todo el tiempo estaré lanzándote.
Entre tú y yo predomina el silencio pues es poco lo que te digo en proporción a lo que te observo y proporcionalmente es igual lo que me dices a lo que me observas y eso es nada, porque en la nada siempre está tu mirada, y así mismo, nada es lo que me dices.
Poco me enerva el silencio que compartimos, porque sé que me escuchas, a pesar, de que no me hables ni me mires , sé que escuchas mis monólogos con tal atención que eres capaz de memorizarlos con la misma precisión de un actor que memoriza su guion y también sé que soporto tu silencio porque conozco las banalidades que me dirías si hablases y las conozco porque conozco a la perfección las ideas que hay dentro tuyo y si por un momento olvidara alguna me bastaría con mirarte para recordarla y recordar que pierdo el tiempo frente a ti.
Aun así espero siempre con entusiasmo estos ratos contigo y rechazo a veces otras compañías por la oportunidad de verte, porque aunque estés siempre a mi disposición, yo solo puedo acudir a ti en las noches, con la certeza de que estaremos solos, de que nadie me verá en tu compañía, que el efecto de algún licor me impulsará a hablarte y que nadie atestiguará como el exceso del mismo licor hará cóctel con la ira de no saber qué decirte y me impulsará de nuevo a insultarte y encerrarte en ese lugar secreto donde esperarás nuestro próximo encuentro, querida libreta.