¿Qué podría resultar de un mafioso de segunda, empresario, que hace negocios alrededor de una de las plantas con más tabúes: “el trébol”; de un grupo de músicos más populares que Jesús o que los Beatles; de un bar en el centro de Bogotá donde van a parar oficinistas, putas y periodistas; de un maestro yogui con todos los poderes esotéricos provenientes de Oriente? La respuesta: Las Preocupaciones de Miguel Ángel Manrique Ochoa.
Ésta antología de cuentos, en la cual el autor dice recoger relatos que lo acompañan desde hace más de dos décadas, entrelaza las preocupaciones propias del ser moderno: la muerte, la vejez, la familia, la trascendencia, la plenitud del ser, el pan de cada día… Y lo logra a través de personajes muy humanos, dolientes, preocupados, todos de diferentes orígenes pero que parecieran tener en común el sufrimiento de lidiar con la existencia.
Las preocupaciones, toma como esqueleto la vida de Junior Rodríguez, un hombre que desde pequeño entendió que “todos los caminos conducían al dinero”. Y así, tras heredar el negocio fraudulento pero lucrativo de su padre, termina por convertirse en uno de los empresarios más misteriosos y manchados por la corrupción del país. Un don Vito Corleone, que hace que sus empleados empiecen labores con mantras liderados por un yogui. Y es alrededor de la evolución de éste capo que más historias nacen, como si el desarrollo mismo de la historia de la capital y la nación tuviese como común denominador los alcances de la corrupción.
Manrique nos revela un grupo de personajes que enfrentan sus preocupaciones según sus propias características. Un universo diminuto donde siempre hay algún personaje que se apellida Rodríguez y donde los Headcleaners sirven de banda sonora de fondo. Un Rodríguez que no logra conseguir empleo para mantener a su familia; un Rodríguez que no entiende para qué vestir una corbata; otro joven Rodríguez que se muere de ganas por acostarse con la prima mayor; un Rodríguez que huye por temor a que lo maten; y hasta un Rodríguez quien fuese miembro de los legendarios Headcleaners.
Al final Rodríguez es cada personaje en los cuentos de Manrique y Rodríguez somos todos. Nos vemos reflejados en las preocupaciones que atormentan cada historia. Nos sumergimos en realidades de la cotidianidad citadina, donde a veces tienen lugar situaciones fantásticas que sólo se podrían apreciar en el mundo de Macondo. Todo gracias a la cuidadosa narración de un escritor para el que cada detalle es importante, así como la precisión del lenguaje literario.
En estas historias, Miguel Ángel Manrique ha condensado sus preocupaciones de más de veinte años, relatando un universo de personajes llenos de angustia a través de una lectura fluida y convincente. Nos ha conducido a través de un país donde la gente con influencia –como Junior Rodríguez– llega al poder por medio de la corrupción, mientras los de abajo sobreviven como pueden, incluso matándose entre sí; en fin, un país cualquiera.