‘Danzando en la autenticidad: el butoh y la danza expresionista como diálogo para un cuerpo en la modernidad’ por Diego Alejandro González

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Foto: Jhonny Grajales
Comunicadora social de la Universidad del Valle, especialista en comunicación estratégica de la Universidad Sergio Arboleda y magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes.

En medio de las crisis que desafían la esencia misma del ser humano, la danza emerge como un vehículo de autenticidad, llevándonos a explorar el vínculo profundo entre cuerpo, mente y espíritu. A través de las concepciones de la danza butoh y la danza expresionista, este ensayo busca ahondar en la capacidad transformadora de estas expresiones artísticas, destacando su papel en la reconexión con el ser en un mundo cada vez más hiperproductivo.

El ser humano, en su complejidad intrínseca, se ve inmerso en una vorágine de crisis que, lejos de ser meramente individuales, desencadenan transformaciones profundas en la sociedad. En este contexto, reconocer la crisis como un elemento génesis implica adentrarse en la visceralidad del ser humano, donde las estructuras arraigadas se desmoronan y el pensamiento se desborda. Es en este instante que nos cuestionamos la vida y nos aferramos a ella temerosos de la muerte. Aun así, hacer consciente la intervención divina de la muerte es preparar la vida para recibirla.

1. La crisis como catalizador: butoh y transformación interior

La danza butoh, originaria de Japón, se revela como un arte que surge de la oscuridad, inspirado por la vivencia de horrores como el bombardeo atómico o lo crudo de la guerra. La paradoja se manifiesta en la representación artística de la realidad dolorosa, recordándonos que el arte puede enfrentar y representar lo grotesco de la condición humana. Así, la crisis se convierte en un portal para transformar la conciencia, permitiendo la mutabilidad del intérprete entre el yo y el otro, rechazando la permanencia como única opción.

“…fue entonces la crisis constante que caracterizó a esta época la que arrojó a diversos sectores de la sociedad a un fuerte cuestionamiento respecto a lo que hasta entonces había normado sus categorías éticas, políticas y estéticas, y lo que los sumergió en un cuestionamiento sobre la existencia misma. En este contexto, pintores, escritores, bailarines y artistas de diversa índole, comenzaron a buscar otras formas de dar sentido a una realidad cada vez más dolorosa”. (Monjaraz, 2022)

La crisis, entonces, se erige como una posibilidad hacia una metamorfosis que modifica paradigmas arraigados.

Según Hoffman, los creadores del butoh (Tatsumi Hijikata y Kazuo Ohno) exclamaron: “…quien realmente entiende la luz, debe sumergirse en la oscuridad: el cuerpo debe de nuevo entrar en el útero […] estamos luchando por luz, nosotros demandamos un nacimiento con cada respiración” (Hoffman, 1987: 129)

2. La danza expresionista y la manifestación íntima del ser

La expresión íntima y auténtica del ser encuentra un espacio significativo en la esfera de la danza, alejándose de la rigidez inherente de lo clásico a principios del siglo XX. Rudolf Von Laban, un influyente coreógrafo y teórico de la danza moderna y expresionista alemana, desempeñó un papel destacado en este movimiento artístico. Su enfoque en la esfera del movimiento nos invita a explorar la kinesfera, un espacio tridimensional que rodea al individuo y que está directamente relacionado con su capacidad de movimiento. En este contexto, la expresión artística, influenciada por Laban y su perspectiva, se convierte en una herramienta para desafiar la mecanicidad impuesta por la revolución industrial, fomentando la exploración, la espontaneidad y la conexión con el entorno.

En este movimiento, es importante mencionar a Mary Wigman, destacada coreógrafa y bailarina alemana que desempeñó un papel crucial en la evolución de la danza expresionista. Su enfoque revolucionario hacia el movimiento corporal y su rechazo de las restricciones formales convencionales influyeron significativamente en la comunidad artística de su época. Wigman abrazó la autenticidad del cuerpo como vehículo primordial de expresión, liberando la danza de las ataduras tradicionales y permitiendo que las emociones crudas y la conexión más profunda con la experiencia humana se manifestaran a través del arte del movimiento.

Su legado en la danza moderna y expresionista sentó las bases para la exploración de la conexión entre el cuerpo y la mente en las expresiones artísticas. Sus innovaciones en la liberación del cuerpo y la búsqueda de la autenticidad sirvieron como catalizadores para futuros movimientos, incluido el surgimiento del butoh en Japón. Así, la influencia de Wigman se extiende más allá de las fronteras geográficas y temporales, conectando su visión vanguardista con la búsqueda continua de nuevas formas de comprender y expresar la complejidad del ser humano a través del lenguaje del cuerpo en movimiento.

Ahora bien, entendiendo el surgimiento de estas corrientes de danza en el siglo pasado, el cuestionamiento actual está ligado a una crisis que, si bien no se enmarca en un conflicto armado, se manifiesta como una guerra silenciosa, especialmente en el ámbito de la salud mental; no nos conocemos a sí mismos, estamos en pro de la oficina, de la productividad excesiva y el mercado, no hay tiempo para pensarse en bienestar o escuchar nuestro cuerpo y mente. 

El temor a nuestro desconocido interior se vuelve latente y se libra una lucha dentro de cada persona. Surge la pregunta crucial: ¿puede esta crisis ser un catalizador para transformar una modernidad que, para gran parte de la humanidad sigue relegando la vida al servicio del sistema de consumo? Pienso que, si bien no hay respuesta absoluta, quizá encontremos algo en reconocer la importancia del adentro, de la conexión entre mente y cuerpo. La invitación ya fue hecha hace mucho tiempo, pero hasta hoy siento que el aire cotidiano lo ha convertido en exigencia. 

3. La danza como resistencia a la deshumanización

En el núcleo de estas expresiones artísticas está la resistencia a la deshumanización que implica la era moderna, de esclavos modernos en la economía global3. El butoh nos invita a sumergirnos en la oscuridad para comprender la luz, mientras que la danza expresionista nos lleva a explorar nuestras capacidades y manifestaciones únicas en un espacio de autorreconocimiento. Ambas formas de danza se erigen como actos de resistencia a la automatización y la mecanicidad del cuerpo, ofreciendo una oportunidad de volver a lo auténtico del ser, abrir nuevos estados de conciencia y permitir un vínculo más cercano con nuestro propio lugar de enunciación.

“¿A dónde va toda esa gente, cada vez más deprisa, cada vez en un medio más veloz? Están huyendo. ¿De qué huyen? Del cuerpo. El ser humano es el único animal que huye de su cuerpo. Casi todo lo que hacemos en nuestra vida es una tentativa de dejar atrás nuestro cuerpo mortal. A edad temprana “contraemos” un cuerpo, como quien contrae una malaria o unas fiebres de malta, y padecemos luego, a lo largo de nuestra existencia, sucesivas recaídas más o menos graves. Sin embargo, hemos creado una civilización que niega la esencia corporal del ser humano.” (Alba, R. S. 2017)

Así, la danza emerge como una manifestación auténtica de lo que somos. La visión de artistas como los creadores del butoh, resalta la importancia de sumergirse en la expresión corporal extrema, en los movimientos lentos y a menudo grotescos, así como la exploración de la oscuridad y lo subconsciente, de explorar el interior para encontrar significado en el exterior. La crítica se dirige entonces, hacia la inasistencia consigo mismo, hacia la automatización que conduce a una muerte en vida.

Por lo tanto, encontramos finalmente que la danza butoh y la danza expresionista proponen vías de transformación en un mundo que demanda la conectar nuevamente con la autenticidad. Estas expresiones artísticas, arraigadas en la crisis y en la resistencia a la deshumanización, ofrecen un espacio para explorar lo desconocido en sí mismos, mutar entre dimensiones y oponerse a la mecanización del cuerpo y la mente. En medio de la vorágine moderna, la danza se convierte en un acto de liberación y en una herramienta de reconstrucción del tejido social desde lo genuino y el cómo habito mi propio cuerpo. Danzar en la autenticidad, inspirados por la danza, es abrazar la posibilidad de transformarnos a nosotros mismos y, por ende, al mundo que habitamos.

En conclusión, podría decir que hago un llamado a cuestionar la reticencia hacia el movimiento, a reconocer que la danza es una herramienta de bienestar que puede ser accesible para todas las personas. Al integrar la danza en la cotidianidad, se puede abrir un espacio íntimo, para la conexión con el interior y para una construcción social más consciente de la importancia del ser humano en su totalidad, más allá de las demandas irrisorias de la modernidad. La danza, entonces, se convierte en una danza del ser, un acto de vigor, en una herramienta para hacer presencia en el cuerpo, la mente y la emoción que nos habita.

Nota del autor: ¿Cuándo comencé a danzar auténticamente? Una de las reflexiones finales que ha dejado el texto y una pregunta sin público objetivo; para quien lea y repiense su momento exacto. 

Notas:

  1. Para Martin Heidegger, la autenticidad implica un despertar a la propia existencia, un alejamiento de las expectativas sociales y un enfrentamiento directo con la realidad de la finitud humana. Vivir auténticamente implica asumir la responsabilidad de nuestras elecciones y enfrentar la angustia que surge de la libertad individual. 
  2. Para Mignolo, la idea de que la modernidad no es simplemente un proceso de progreso lineal, sino que también lleva consigo elementos de colonialismo y opresión, ha sido un tema importante en los estudios críticos poscoloniales. Mignolo podría abordar cómo la modernidad, lejos de ser un fenómeno puramente emancipador, también ha llevado a la subyugación de ciertos grupos y territorios en el contexto colonial. 

“…Sin duda, Armstrong acierta al destacar la importancia de un nuevo tipo de economía (el capitalismo) y de la revolución científica. Ambas cosas encajan y se corresponden con la retórica de celebración de la modernidad, es decir, la retórica de salvación y de novedad basada en los logros europeos del Renacimiento.

Sin embargo, hay una dimensión oculta de acontecimientos que estaban teniendo lugar al mismo tiempo, tanto en el campo de la economía como el campo del conocimiento: la prescindibilidad de la vida humana (por ejemplo, los esclavos africanos) y de la vida en general desde la Revolución Industrial hasta el siglo xxı”. (Mignolo, 2009) 

  1. “Se podría decir que la esclavitud es una cuestión de propiedad, pero eso depende de lo que entendamos por propiedad. Antiguamente, la esclavitud consistía en que una persona poseía legalmente a otra, pero la esclavitud moderna es diferente. Hoy en día la esclavitud es ilegal en todas partes y ya no existe la propiedad legal de seres humanos. Cuando se compran esclavos en la actualidad, no se pide un recibo o un documento de propiedad, pero se adquiere el control sobre esos esclavos…” (Bales, K. 2000)

Foto: Jhonny Grajales

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