No sé qué va a pasar cuando te vuelva a ver, pero me muero por detallarte con detenimiento. Me muero por pasearme entre tus calles y tus huecos.
Te confieso, te pensé. Entre los puentes de NYC te extrañé y frente a la Casa Blanca te añoré.
Bailando un rap en Washington D.C. me acordé de tus azules y tus montañas. Comiendo en una plaza de Philly comparé sus sabores contigo.
No te miento, incluso hablando português llevo tu acento conmigo. Y en Lisboa conté con orgullo que vivía contigo.
No sé cuánto tardé en volver a ti, no sé cuánto tiempo dure con este deseo aventurero que me alejó de ti. Pero incluso hoy entre las calles de Madrid camino al Museo del Prado en mi mente se repite tu nombre, “Bogotá, Bogotá, Bogotá”
El armadillo: Escribir desde la nostalgia
Hace algún tiempo abrí un blog que llevaba por título escribir desde la nostalgia, tenía como objetivo albergar textos escritos sobre mis...