Este es otro de los Desvaríos de Juan Sepúlveda
Cuando la luz del sol no roce mi adentro, que el fluctuar de mis letras me sirvan de escape, en la ilusión de grandeza que antes cautivó ahora solo se ven los hilos con los que el narcisismo mueve la ignorancia, y la madera, que ayer sostuvo en alto el pecho orgulloso, hoy golpea el rostro, inseguro, que reflejado en sucios espejos ansia dibujarse en el brillo de una hoz. Débiles piernas fantasean coordinarse con el vals del vestido flotante que, de lejos, danza cambiando de pareja. Cuerpo, se cansa de equilibrarse en las pequeñas plantas de sus pies para ver un horizonte vacío pudiendo ver un cielo estrellado reposando sobre su ancha espalda.