Llevo aquí no sé cuántas noches o cuantos días , solo sé que llevo siendo invisible mucho años. Una sencilla banca de madera de parque de dos metros de largo por cincuenta de ancho han sido para mí más que un sentadero, mas que un lugar donde llegar a rematar en la noche con unos amigos, ha sido mi hogar. Semáforos , avenidas, calles, apuros, agitaciones, trancones, estrés, rutas, rutas sin salida. Gente sin tiempo para vivir, para soñar, para volar. Nacimos con alas para surcar el cielo, alas para volar hasta nuestros anhelos más reservados.
Pero amarramos con cadenas nuestros deseos, dejamos nuestros sueños amarrados debajo de la almohada sin poder llevarlos acabo. Preferimos abandonar nuestra ruta de viaje y cumplir eternamente los deseos ajenos. El tiempo que se nos dio como don del universo para quedar marcados en la historia de este mundo se muere a diario, y el tiempo, no tiene misericordia, nos movemos efímeramente con el tic tac de las manecillas del reloj temiendo el día que dejase de funcionar. Pero alguna azaña retumbará ese tic tac de las manecillas como un econeterno atrave del universo. Eso si no se ve desarmado por el afanoso ritmo del trabajo, producir, producir producir.
Enriquecer vidas ajenas, pagar cuentas, endeudarse, y repetir , repetir, repetir. Hábito cada rincón de las calles, soy eso que no figura en un todo. Eso que no encaja. Escogí ser y no ser al mismo tiempo. Soy dueño de mis días , de las tardes soleadas y las noches en vela, dueño de mis tristeza…No, yo soy esclavo de mis penas, la murria invade cada fibra de mi, me embalsama.. Dueño de calles y aceras..Mi nombre no lo conoce nadie, solo lo pronuncia el viento brinsandome al oído.
Me llamo Emerson, tengo no sé cuántos años de edad, por lo que rememoro creo que cien, tal vez cincuenta y dos o sesenta y ocho. No me olvido de mi nombre porque es lo único que se ha quedado conmigo, lo único que la barbarie humana no me arrebató, lo único que no pudieron botar a la calle porque no tuvieron la decencia ni de empacarlo en una chuspa. Nombre que clasifica la especie de animal que soy, lánguido afro vestido en harapos sucios, cuencas sin agua, mirada turbiamente silenciosa. ahí está sentado Emerson, sentado de día y de noche, ahí esta, reposando junto a su nostalgia.
Estoy aquí sentado porque siempre espero. Me llamo Emerson, yo también fui un niño con sueños queriendo ser doctor o tal vez arqueólogo, pero pisotearon mis sueños aquellos que no pudieron cumplir los suyos. Siempre espero a que algo cambie, las aflicciones laborales de cada individuo son como un gran torrente de agua que mitiga nuestros anhelos, dejando corazones fatigados , sin vida , sin sueños, sin el amor de sus allegados. Yo en todo caso, ya no espero nada de nadie, el mundo ya está tan roto que ni recogiendo toda las basuras de la calle serviría si no se recoge primero la basura de conciencia de las personas.
Ojalá exista esa persona que quiera gritar las injusticias del mundo conmigo, que no me vea invisible. Y si tal vez existe esa persona, entonces seguiré esperando.