Imagen tomada del portal www.semana.com
Declive presenta la “historia” de Jorge, un enfermero treintañero que labora como operador en un callcenter. Historia con comillas, no con ánimo destructivo o virulento, sino como un mecanismo para señalar la particularidad de la obra. Declive se pone al margen de la estructura clásica tripartita cuya progresión supone el avance dramático orgánico donde los acontecimientos se relacionan bajo una lógica de causa y efecto y cada hecho mantiene una relación de espejo con un hecho posterior. En el caso de Declive, esta relación se hace difusa, casi accidental.
En términos más canónicos, el relato presenta como detonante el momento en que Jorge intenta ponerse sus zapatos y advierte que estos ya no calzan en sus pies, puesto que estos han aumentado de tamaño. Unos pies que crecen sin ninguna explicación lógica suponen un episodio ficcional de gran interés para el lector y se erige como la promesa de una resolución satisfactoria, por supuesto si se tratara de un relato tradicional. En contra de las expectativas del lector, el autor desecha lo lógico y adentra al lector en el terreno de la interioridad del personaje.
Para bien o para mal, el acontecimiento de los pies se sitúa más en el plano del comentario y la crítica social que en el de la peripecia. No es gratuita la elección de la profesión de Jorge por parte de García Ángel. El protagonista se pasa los días (o las noches si tiene turno nocturno) realizando una suerte de diagnósticos médicos express, todo dentro de la irresponsabilidad y el impersonalismo del moderno sistema de salud colombiano. Irónica o trágicamente, el mismo Jorge tendrá que enfrentar este sistema para encontrar respuesta a su condición de pies hinchados: la medicina no ofrecerá ninguna respuesta que esclarezca dicha cuestión.
La institucionalidad de la salud se hace presente también con el padre de Jorge. Un adulto mayor confinado en un geriátrico. Entre Jorge y su padre existe una relación fría, mediada por los momentos que el autor nos presenta a cuentagotas. Para hacernos a una idea visual, la relación de Jorge y su padre se podría gráficar como una línea recta y plana, sin valles o picos dramáticos. Cada encuentro es similar al anterior; la rutina de la visita semanal al geriátrico.
Estructuralmente, Declive comparte, con el relato canónico, el recurso del estado de las cosas que se perturba, la cotidianidad que un día se fractura. Si la vida de Jorge era una línea recta trazada, el momento, en que sus pies se agrandan, traza una pendiente descendente; el declive. Todo tiende a empeorar. Sin embargo, la aparición de Cecilia, una colega de Jorge en la industria del callcenter, brinda al relato de un sentido de propósito, de finalidad. La premisa dramática chico conoce chica, por simple que sea, logra sostener la novela en buena parte de su extensión. Finalmente vemos en Jorge un objetivo, pero Declive no hace concesiones: Cecilia entra y desaparece gracias al que, a mi juicio, es un malentendido poco ocurrente. Así como el padre de Jorge, Cecilia se nos presenta como un dispositivo del relato, más que un personaje con un desarrollo concienzudo.
Declive presenta elementos que le son más propios a lo audiovisual. Los primeros pasajes de la novela son un catálogo de acciones detalladas muy a la usanza del guion cinematográfico. Los mutismos prolongados del personaje en las primeras páginas se asemejan a los típicos establishing shots o planos de ubicación en los que se dibuja con la cámara el universo ficcional en el que se sitúa el relato: el apartamento de Jorge, el transporte público, la ciudad con nombre propio. Incluso, por momentos se logran vislumbrar recursos narrativos como la implantación o planting: Jorge pierde su celular y el espectador se pregunta ¿y ahora cómo llamará a Cecilia? ¿Cómo se logrará la reconcilicación luego de la separacíon? La respuesta no la ofrece la novela porque la pregunta no es relevante, no es chico conoce chica lo que interesa al autor, la búsqueda se mueve en dirección de la destrucción del individuo común, al que el usuario del callcenter maltrata desde el otro lado de la línea telefónica.
Finalmente, el momento más potente del relato: Jorge es responsable de la muerte de un usuario del callcenter. Fin. Como final de temporada de serie televisiva, García Ángel concluye de forma abrupta su novela. El lector se lleva la sensación propia de las promesas no cumplidas: los pies hinchados, las hormigas dentro del cuerpo, Cecilia, el padre.
Declive no es la historia de Jorge, es una muestra, como un encuadre fotográfico que encierra lo que se desea y deja por fuera del cuadro lo que no interesa. García Ángel apela a lo que no se narra, una suerte de post relato que el lector construye con la información dada.