Imagen cortesía Biblioteca Nacional
El escritor colombiano, finalista del Premio Hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez, habló con Ruta literaria sobre las claves de su escritura, de la importancia de mantener el género del cuento vivo y del sueño cumplido de ser finalista de este prestigioso premio.
Redacción Ruta Literaria
Andrés Mauricio Muñoz nació en Popayán en 1974, de su niñez recuerda el orden y esmero con el que su padre ordenaba la biblioteca, en donde por temas se podían encontrar libros de historia, filosofía, literatura colombiana, latinoamericana o universal, pero, aunque todas las secciones de la biblioteca paterna eran atractivas, la preferida de Andrés Mauricio y en la que pasaba horas y horas escarbando era la destinada a las antologías de cuento.
̶̶ Cada que mi padre llegaba con una antología nueva, sentía una emoción enorme ̶̶, dice.
Allí, leyendo a Poe, Dickens, a Borges, a García Márquez inició su amor por el género en el que se ganan las peleas por knockout, como diría Julio Cortázar, sin nunca pensar que los suyos aparecerían en antologías de Colombia, México o España o que su último libro de cuentos ‘Hay días en que estamos idos’, lo convertiría en finalista del Premio Hispanoamericano de cuento Gabriel García Márquez.
Ruta literaria: ¿Cómo se siente al estar aquí, como finalista de este Premio?
Andrés Mauricio Muñoz: Siento por este Premio un cariño muy grande, en las cuatro versiones anteriores vine a ver las charlas, que siempre me han parecido muy interesantes y siempre he estado presente en la ceremonia de entrega. Que la Biblioteca Nacional haya tomado la iniciativa de encumbrar el género me parece apasionante y siempre soñé estar entre los cinco finalistas y ahora que estoy ahí, he procurado gozármela al máximo.
RL: ¿Por qué siente la necesidad de escribir cuentos?
AMN: Yo no creo que haya una respuesta de por qué escribir cuentos, pero sí de por qué escribir. Y escribo porque siento que de alguna manera lo que observo, lo que escucho, necesito mirarlo desde otra óptica, necesito mirarlo desde diferentes ángulos para comprender más lo que está sucediendo. Siempre me ha gustado analizar mucho, cuando le hago una pregunta a alguien, trato de que no sea una pregunta retórica, cuando le digo a alguien, hola cómo estas, no espero que me diga bien gracias y tú, sino que necesito que me diga de verdad cómo está, porque siento que necesito entrar de verdad a esa persona. Siento que escribir es esa necesidad mía por querer indagar en la condición humana.
RL: En ‘Hay días en que estamos idos’, las historias giran en torno al asunto de la adultez, ¿por qué abordar este tema a través de estos personajes que enfrentan situaciones, que dijéramos, son tan particular y hasta absurdas?
ANM: En términos generales por una cosa que yo llamo los agobios contemporáneos, nos han sometido a todos a una serie de dinámicas que no estaban presentes antes, que no estaban presentes en nuestros padres o en nuestros abuelos, yo siento que las personas están haciendo un tránsito tardío hacia a la adultez, es decir, que por edad corresponden a la edad adulta pero todavía se sienten niños o adolescentes, entonces dicen, oiga, si yo todavía soy un niño o un adolescente, cómo me ponen a cargo de dos niños de cinco o seis años; si yo todavía soy un adolescente que está en la universidad, por qué me ponen a cargo de esta oficina, y esa perspectiva de entrar en la adultez, siempre me ha interesado a nivel creativo.
RL: ¿Cuál es la clave de un buen cuento?
AMN: La clave de un buen cuento es que sea un cuento que perdure en la memoria, un cuento que sigue latiendo después de que cierras el libro, sigues pensando en el personaje, en el final, planteando hipótesis de lo que pudo y no pudo haber pasado. Desde la perspectiva del creador, siento que uno de los aspectos fundamentales para que un cuento sea memorable es el compromiso y la convicción del autor con la historia que quiere contar. Que no sea un proceso banal, sino un proceso en el que uno meta todas las entrañas para construir esa historia.