A veces los lectores tenemos la suerte de encontrarnos con libros que nos provocan un sinnúmero de sensaciones y nos hacen saltar de la cama (los que leemos antes de dormir), o cerrarlo bruscamente en el escritorio (los que tenemos un escritorio para leer) o simplemente estrellarlo contra la pared, porque no podemos continuar con esa vida que nos están contando. O simplemente, como ocurre cuando vamos a cine o teatro, no aguantamos y sentimos la necesidad imperiosa de llorar.

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Inventario secreto de Abilio Estévez
Abilio Estévez se sentó a mi lado, sacó de su morral una caja metálica pequeña, la abrió y me ofreció una de las pastillas. Antes de estirar la mano, para no rechazar el ofrecimiento del escritor cubano, examiné el contenido de la cajita redonda, que tenía cinco grageas de diferentes colores y tamaños.

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