Toño Ciruelo de Evelio Rosero, por Nicolás A. Ibáñez González

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Imagen tomada del portal www.semana.com “Era Antonio Ciruelo, no podía ser. Era Toño. Toño Temadruga, Toño el Infaltable, Toño el Ubicuo, asquerosamente Toño.” Adentrarse en la novela de Evelio Rosero es caer en un hondo abismo, es hacer un pacto con la naturaleza de la maldad, con la más pura perversidad sin  tapujos; es recibir […]
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Toño Ciruelo por Evelio Rosero
Imagen tomada del portal www.semana.com

“Era Antonio Ciruelo, no podía ser. Era Toño. Toño Temadruga, Toño el Infaltable, Toño el Ubicuo, asquerosamente Toño.”

Adentrarse en la novela de Evelio Rosero es caer en un hondo abismo, es hacer un pacto con la naturaleza de la maldad, con la más pura perversidad sin  tapujos; es recibir la llamada de Toño Ciruelo y, tal como a Eri Salgado, narrador y antagonista de la novela, verse obligado a invitarlo a seguir a la casa y permitir que invada todo de mierda y pestilencia.

A partir de una inesperada visita de Toño Ciruelo después de muchos años, Eri Salgado, amigo suyo de vieja data, se verá invadido por los recuerdos aparentemente inconexos de una vida junto a este personaje al que iremos conociendo poco a poco en su malicia mientras al parecer se va muriendo envenenado tirado en su sofá. Descubriremos, a partir de las anécdotas que narra Eri Salgado, el intrigante desarrollo intelectual, ético y moral que desde la infancia se gesta en Toño Ciruelo hasta develarnos el mal que engendra en sus entrañas, hasta presentársenos como un asesino en serie exótico, cruel y fascinante. Iremos conociendo el poder de atracción tan poderoso que ejerce Toño Ciruelo sobre todo aquel que entra en su esfera de influencia, su personalidad arrolladora, y la manera en que se desenvuelve en un mundo que se le presenta como una gran bacanal de posibilidades alcanzables pero que sólo le provoca sevicia, asco y corrupción.

Sin embargo Toño Ciruelo es un personaje multidimensional que si bien engendra en sí mismo toda la vileza y la perfidia, puede también ser profundamente espiritual, docto taumaturgo, mago, sugestionador, convencedor, teórico, práctico, literato, poeta, naturista, crítico, reflexivo, conversador, procreador y asesino entre otras muchas facetas. Y esa es una de las grandes virtudes de la novela, porque el personaje se nos muestra desde varias perspectivas, y lo que es más interesante, bajo el inasible filtro de quien lo narra, es decir de Eri Salgado, quien es a su vez narrador y víctima; testigo y doliente; amigo y esclavo en una relación tensa y correlativa similar quizás a la de Fausto con su Mefistófeles. Hay una lucha permanente por parte de Eri Salgado en no dejarse permear del mal que emana de Toño Ciruelo a pesar de su inmenso magnetismo siniestro, pero al tiempo hay en él un soberbio interés, una secreta admiración  por este personaje que lo hace considerarlo su amigo y por lo que decide ayudarlo. Una lucha que en cada pasaje se traslada al lector y que al final parece perdida porque de todos modos, al finalizar la historia, queda el resquicio y la gigantesca sombra tan contradictoria de la influencia, directa o literaria, que Toño Ciruelo provoca en todos los que lo conocimos.

Con un brusco torrente expresivo lleno de dinamismo y energía, y una excelsa construcción gramatical en cada uno de los capítulos, Evelio Rosero hace en su novela una indagación en las profundidades de la gestación del mal desde sus primeros indicios, propone una reflexión acerca de lo atractivo que puede llegar a ser un personaje de tan contradictorio, examina las posibles justificaciones que encuentra este personaje sobre su propia persona y, como un amigo más de Toño, nos enfrenta a los lectores de lleno con él.

Una novela que nos sitúa como lectores ante la pregunta del mal y del mal en la sociedad y que nos cuestiona, como también lo hace Eri Salgado y, por supuesto, Evelio Rosero sobre por qué seguimos interesados y atraídos por tan nefastos personajes que cada vez llenan más las portadas de los diarios, las cárceles y las ciudades que las propias novelas que es donde, en mi opinión, deberían estar.

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