Identidad, por John Noguera

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En un no muy lejano restaurante ubicado en cualquier parte del mundo se encuentra un joven de 25 años, su forma de ser es la de un hombre muy hombre, educado por un papá con un carácter fuerte, cuyo trabajo es supervisar y mantener todo en orden, por su cambio de comportamiento repentino nos damos […]
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Identidad

En un no muy lejano restaurante ubicado en cualquier parte del mundo se encuentra un joven de 25 años, su forma de ser es la de un hombre muy hombre, educado por un papá con un carácter fuerte, cuyo trabajo es supervisar y mantener todo en orden, por su cambio de comportamiento repentino nos damos cuenta que por momentos recuerda el cargo que tiene en dicho lugar; retoma su posición y manda a todos a trabajar, en repetidos momentos cuentas chistes que solo entre hombre se pueden contar, su color de piel revela la fuerza y resistencia de su sangre, es alto y algo delgado, sus comentarios a veces lo hacen ver con una capacidad de pensamiento muy limitada, en una conversación normal suele contar las locuras que ha hecho con su colección de mujeres en el trascurso de la noche.

Dentro del grupo de empleados sobresalen la variedad de personalidades, un chico de unos veinte años, su caminado es de alguien atento suele ser decente pero a veces reacciona como un hombre impulsivo.

El más alto y más flaco de este grupo de individuos, esta sobrecargado de energía constantemente, solo en algunos momentos lo vemos respirando con tranquilidad, su rostro y cuerpo cadavéricos revelan el trasnocho de largas horas de un blanco consumo.

El último y más pequeño de ellos tiene estatura de un metro cincuenta acorde a su voz aguda y alegre que mezclada con sus ocurrencias provoca risas a todos, menos a el delgado supervisor. Goza de una personalidad que resalta y le da color al restaurante, con su casi perfecta sonrisa camina de lado a lado moviendo las caderas, Tiene una pequeña barriga de cervecero apretada por la camiseta color blanco que combina con los rayitos que tiene en su pelo corto y poco varonil, ha sido catalogado por sus compañeros como gracioso y por su supervisor como el que está en más peligro de ser despedido; siendo este el trabajador que da más rendimiento y genera más ingresos a esta pequeña empresa, en contadas veces es al que más le llaman

la atención, al verlo cruzar palabras con otros trabajadores e ignorando su nivel de cansancio, el supervisor lo mira siempre de arriba abajo, expresando con su rostro la sensación de trasbocar, esto es suficiente para entender que tiene que moverse de ese lugar, mientras ellos se quedan en una conversación que gira alrededor de mujeres dinero y licor.

Muchos años después

Rodeado de aire fresco y acompañado de la libertad de unas aves que comen a mi alrededor, veo pasar mucha gente por delante, entre ellos aparece un rostro familiar, es un hombre muy hombre, educado por un papá con un carácter fuerte, su color de piel revela la fuerza y resistencia de su sangre, es alto y tiene algo de músculos, le cuenta a la dama que lo acompaña todas las locuras que ha hecho en el transcurso del día. Ella tiene estatura de un metro cincuenta, acorde a su voz aguda y alegre que mezclada con sus ocurrencias hace reír a su acompañante, ella goza de una personalidad que resalta y le da color al lugar, con su casi perfecta sonrisa camina de lado a lado moviendo las caderas, su abdomen no se sobresale como el de un cervecero, lleva una blusa de tiras de color blanco que combina con los rayitos que tiene en su pelo largo y poco varonil, entre miradas perdidas, sonrisas sutiles y besos apasionados pasan felices sin percibir mi presencia.

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