‘Erigir en decadencia’ por Christian Pedroza

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Monumentales memorias del presente que se combinan con un futuro ecléctico y menoscabado. Caminos de pica, piedra y herradura que se convierten en asfaltados senderos de labor. Habitáculos de placer que nunca han formado parte de la pintura o lo hacen como reproducción del dolor que hay en la periferia del cuadrado. Carruajes y tiovivos […]
Comunicadora social de la Universidad del Valle, especialista en comunicación estratégica de la Universidad Sergio Arboleda y magíster en Gestión Pública de la Universidad de los Andes.
erigir en decadencia

Monumentales memorias del presente que se combinan con un futuro ecléctico y menoscabado. Caminos de pica, piedra y herradura que se convierten en asfaltados senderos de labor. Habitáculos de placer que nunca han formado parte de la pintura o lo hacen como reproducción del dolor que hay en la periferia del cuadrado. Carruajes y tiovivos que transportan los miedos y los sueños. Es lo que se ve desde la perspectiva del observador. Observa y preserva con una mirada la representación del monumental pasado que transporta, no es que el presente no esté, acontece que el futuro ya lo absorbió.

El gigantismo de este cuerpo se expresa en su afán de rascar el cielo, su cráneo y sus brazos no paran de crecer; sin embargo, las piernas sufren, no aumenta la densidad del hueso, hay un osteosarcoma que lo aferra al suelo. Es lo que se siente desde la perspectiva del observador. Graznidos, maullidos, mugidos y balidos desde el centro al borde, polifonía de lamentos que se elevan como alabanza. El sonido no es ambiental para este cuerpo gargantuesco, el sonido es su mente que le ruega que no se trague a otro Pantagruel; este cuerpo no puede ser Cronos porque el tiempo se le ve y se le siente. Es lo que se piensa desde la perspectiva del observador. No hacen falta ojos y oídos en un cuerpo de estas proporciones. Cuál es el objeto de ver pústulas sangrantes, qué objeto tiene escuchar el lenguaje de las bestias. El tacto sí hace falta y lo usa, lo sobreexplota. El observador descifra los puntos del relieve y el cuerpo lo descifra a él como relieve. Braille al cuadrado o tacto sobreestimado.

Es lo que se aprehende desde la perspectiva del lector. Hay dos perspectivas en este juego, dos posibles movidas, dos posibles direcciones; vivir este cuerpo es devenir en observador y lector. Cuerpo que se parte en cuatro. Cuerpo que ve nacer la luz en su cráneo y cuerpo que la ve morir a sus pies. La única regla de este juego es la perspectiva. Ser el que observa o ser el que lee. Ser un punto o tocar el relieve. Esto es lo que se escribe desde la perspectiva del autor.

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